E-book o libro en papel: ¿qué prefieres?

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Hoy tengo dos objetos encima de esta mesa. Uno es este: un libro; y el otro es… un libro. Un libro es de papel y tiene un montón de páginas, el otro es electrónico y tiene… ¡un montón de páginas!

¿Cúal prefieres?

Yo prefiero el electrónico. Es algo que surge a menudo cuando hablas con gente. Cada uno tiene su preferencia. Los que prefieren papel suelen hablar del olor. Vamos a ver a qué huele el papel… huele a papel. Huele bien, la verdad, no voy a negarlo.

Yo mismo he sido un fetichista del papel durante muchos años. He sido un lector empedernido toda mi vida, pero creo que no es suficiente razón para preferir el libro en papel frente al libro electrónico. Por eso, y sin ánimo de ser exhaustivo, lo que he hecho es anotarme cuatro o cinco argumentos a favor del libro electrónico simplemente para poner encima de la mesa. Si a alguién le interesa responder y poner sus argumentos, el formulario de comentarios está aquí debajo y abierto de par en par.

Argumentos:

  • El libro electrónico pesa muy poco. No és que pese mucho el otro. Pero en el electrónico puedo llevar libros mucho más pesados. Puedo llevar tanto uno de 10 páginas como otro de 1300 páginas.
  • En el electrónico puedo llevar muchos libros y en cambio en el otro solo uno.
  • Con el electrónico puedo leer con una sola mano. No es muy fácil, también tengo que decirlo, porque este modelo no lleva botones al lado y en cambio otros si que los llevan. En esto en concreto vamos a empatar. Con el papel también puedes leer con una sola mano. Pero si estás en la cama y estás leyendo, cuando tienes que pasar página con una sola mano no es posible.
  • El electrónico se puede leer de noche sin luz externa. El otro, no. El electrónico con luz externa directa no se puede leer, y en cambio con el de papel sí. Punto a favor al de papel en este caso.
  • Otro punto a favor del libro de papel es que no se gasta la batería. Con el otro, la batería dura pero se termina gastando.
  • Con el electrónico puedes leer de inmediato sin salir de casa. Es decir, el libro electrónico lo veo navegando por internet, me lo recomiendan, o lo que sea y voy a ver si está. Si está y decido comprarlo, en un minuto estoy leyendo. Mismo ejemplo en papel: tengo que salir a una librería o comprarlo online y esperar a que me llegue dos o tres días. Así que si quieres empezar a leer ya, tienes que ir vía electrónico.
  • Suelen ser más baratos los libros en ebook que en papel siendo el mismo título. Es verdad que podrían ser más baratos de lo que son pero es verdad que han mejorado en los últimos años.

Creo que no me dejo nada de lo que había pensado y tu ¿qué opinas? ¿libro en papel o electrónico?

Los MOOC y el Conectivismo

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Estas semanas estoy trabajando en un proyecto que tiene que ver con la transformación digital en la universidad.

Entre las muchas lecturas que han pasado por mis ojos estuvo la del libro Beyond the MOOC hype, de Jeffrey Young. Es un libro que recomiendo porque es un acercamiento bastante completo a esa tipología de cursos. Reflexiona sobre ellos, explica cómo se ha llegado a su estado actual y creo que ofrece buenas claves para el futuro.

En la parte de historia de los MOOC diferencia entre los xMOOC, que son los que se ofrecen en Coursera y plataformas similares y cuyo contenido se vehicula a través de videos, y los cMOOC. Estos fueron de hecho fueron los que inauguraron el concepto MOOC. En concreto, fue en un curso llamado Connectivism and connective knowledge que tuvo como profesores a Stephen Downes y George Siemens, de la Universidad de Manitoba en Canadá. Ese primer MOOC tuvo 2000 estudiantes.

Lo que me interesa remarcar es la metodología seguida en ese curso, que precisamente se basa en el conectivismo, una teoría del aprendizaje para el mundo digital que proponen los dos autores.

En el curso, los materiales de aprendizaje no eran videos con explicaciones de los profesores sino un montón de recursos que se iban compartiendo regularmente, además de las propias reflexiones y aprendizajes de los estudiantes. Cuando digo un montón de recursos, me refiero a tantos que era materialmente imposible para los participantes consultarlos todos. Y esa era justamente la intención: que nadie pudiera llegar a todo sino que tuviera que elegir solamente una parte. Se les pedía que a partir de lo consultado reflexionaran y volcaran sus aprendizajes en blogs, de tal manera que sus artículos se incorporaban como nuevo material del curso disponible para el resto de compañeros.

Estas son las instrucciones y objetivo final, en sus propias palabras:

Consulta los listados y lee solamente aquello que llame tu atención. Esperamos, y queremos, que cada estudiante tenga una perspectiva distinta fruto de haber visto distintos recursos. Parte de la teoría del conectivismo es que la gente tenga experiencias únicas.

Personalmente, me parece un enfoque muy potente y aplicable no solo a cursos destinados a un público masivo, sino también a entornos más reducidos aunque con un mínimo de participantes que puedan hacer sus aportaciones al proceso de aprendizaje. Estoy pensando en cursos monográficos, asignaturas de estudios universitarios, etc.

En resumen, que me gusta y es una idea sobre la que he estado dando vueltas estos últimos días. A ti, ¿qué te parece?

Ruta por Estados Unidos: 6219 millas por la Costa Oeste (libro)

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Enlaces de compra

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Aunque en un video anterior de Ideas al aire conté que prefiero leer en digital que en papel, uno tiene su rincón romántico y hoy estoy muy contento porque tengo un ejemplar en papel de mi último libro. Me ha llegado hace muy pocos días y no podía dejar de aprovechar la ocasión para explicarlo en un pequeño video, de paso hacer un poco de publicidad y compartir con vosotros la ilusión que me hace.

El libro es Ruta por estados unidos, y ya hice otro video anunciando la disponibilidad en digital. Esta es la versión en papel y es un libro de 163 páginas que cuenta los 28 días de ruta que junto a mi familia hice el verano pasado por Estados Unidos: desde California hasta California pasando por 11 estados en total.

El libro está estructurado en forma de diario. Es decir, cada día es un capítulo y el título del capítulo es el la ruta seguida. Después hago la suma de la millas del día hasta un total de 6219. Lo que he hecho es escribir una crónica del viaje, explicando lo que hicimos en cada uno de los días y explicando además algunas anécdotas curiosas, divertidas o extrañas que nos hemos ido encontrado durante la realización del viaje.

Además, hay reflexiones que tienen que ver con cosas que veíamos sobre la vida en Estados Unidos, las costumbres de la gente, cómo te tratan, cómo hacen determinadas cosas… en fin, un poco sobre la marcha lo que nos íbamos encontrando intentando cubrir una variedad de temas relacionados con las dudas que mucha gente suele tener antes de viajar a este pais: prejuicios o ideas preconcebidas.

Así que este es el libro y se puede comprar en amazon si os interesa. Os voy a dejar los enlaces de las tiendas aquí debajo. Si no os interesa comprarlo, no pasa nada… yo voy a estar contento igual con mi libro. Lo tengo en mi estantería, y ya está.

Plantar un árbol creo es lo único que me queda, porque hijos ya tengo y libros ya tenía (y ahora tengo uno más). Así que un día igual hago un libro sobre cómo plantar un árbol.

Gracias por tu atención.

Cuanto más practico, más aprendo

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Hoy estaba editando uno de mis tutoriales y me he dado cuenta de que las últimas semanas he aprendido bastante sobre video y sobre edición de video. Ojo, ya sé que mis videos son muy mejorables, pero también he de decir que no tengo un gran desplegamiento de tecnología. Por ejemplo, este video lo estoy grabando usando el móvil, y ya me ha ocurrido varias veces que estoy grabando y suenan la notificaciones, empieza a vibrar el móvil o cualquier cosa de estas. Si pasa esto, vuelta a empezar o un video todo movido.

Tengo un foco delante de la cara que intenta conseguir una luz más o menos correcta al tiempo que me deja ciego. Los videos los edito con el programa iMovie que es el que viene com mi MacBook.

El caso es que este año he grabado ya bastantes videos, la gran mayoría tutoriales. Pero hasta hace poco no me había preocupado de la calidad ni nada de eso. Grababa de un tirón y listo. Sin embargo creo con su mucho margen de mejora, los videos de estas semanas son mucho mejores:

  • He añadido una cubierta.
  • He aprendido a superponer imagenes en el video para dar más información.
  • Incluso ahora sé poner un video dentro de un video, y he aprendido hacer un efecto Ken Burns.

Y más cosas, casi todas muy sencillas pero que no sabía hacer o, peor aún, simplemente pensaba que estaban fuera de mi alcance. Como que no era capaz de llegar a eso… que no daba, vamos.

Sin embargo las he aprendido y estoy seguro que aprenderé más técnicas.

¿Cómo lo he hecho? Básicamente probando cosas y exprimiendo el programa de edición, viendo muchos videos de gente que sabe más que yo (a veces se nota que graban con equipos buenos, e incluso en ese caso siempre hay algo que puede aprender e intentar incorporar de algún modo).

En resumen, dedicando tiempo y paciencia y teniendo ganas de hacerlo cada vez mejor. Yo sé que tengo que ir mejorando, así que iré perfeccionando esto video a video. El tema clave es que cuanto más practico, más aprendo; cuanto más me atrevo, más aprendo. Y eso creo que vale para cualquier actividad.

¿Estás de acuerdo? Si estás de acuerdo te agradeceré que lo digas en los comentarios y si es posible que aportes algún ejemplo propio. Si no estás de acuerdo, dímelo también. Te dejo que tengo que editar este video. A ver si la cosa termina siendo aceptable.

No me gustan los grupos de WhatsApp

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No me gustan los grupos de Whatsapp. Llámame asocial si quieres. En lo comentarios, por favor.

No me entiendas mal, WhatsApp está muy bien. Te permite comunicarte con una o varias personas al mismo tiempo, enviarles textos, fotos, videos, localizaciones, contactos, notas de voz… todo eso de forma permanente y gratis. Vale, se supone que hay una cuota anual (que a mi nunca me han cobrado), pero en cualquier caso es de menos de un euro: menos de un euro por comunicarte de forma ilimitada por el móvil durante un año. Así que eso y gratis, más o menos…

WhatsApp mola mucho. El problema son los grupos de WhatsApp, o concretando, el problema es cómo se suelen utilizar los grupos de WhatsApp. Creo que el problema está en el exceso, y ese exceso es fruto de que aún tenemos que madurar nuestro acercamiento a la tecnología (a esa tecnología). Es decir, para mi los grupos de WhatsApp ahora mismo son como el síndrome del buffet libre: como vas a pagar lo mismo comas lo que comas, pues comes hasta que revientes. Pero cuando te das cuenta de que los atracones de comida te hacen daño, lo puedes solucionar de dos maneras: vas al buffet y comiendo solo lo que necesites, o dejas de ir al buffet.

En el caso de WhatsApp estamos en la fase de comer hasta reventar. Para cualquier cosa se monta un grupo de WhatsApp. Para el trabajo, para la familia, para los padres del colegio de los niños, para los compañeros de gimnasio, para compañeros de un curso, para la junta de una asociación o para cualquier cosa.

Al final, cada grupo de personas que tienen una relación determinada termina generado un grupo de WhatsApp. Así mantenemos el contacto, así debatimos, así tomamos decisiones, así nos enteramos de todo lo que ocurre en el cole, así nos podemos ayudar con las tareas del curso, y así de paso ponemos verde al profe o aquella madre que no ha querido estar en el grupo de WhatsApp. Y así de paso terminamos enviando cualquier chorrada que no tiene nada que ver con el objetivo para el que se creó el grupo.

Yo creo que la idea es teóricamente buena, pero no funciona porque acaba transformándose en mucho ruido. El grupo acaba degenerando en algo que no tiene nada que ver con lo que se supone que debía ser, con un montón de mensajes chorras y de vez en cuando un mensaje útil. Eso, además de ser pesado, acaba con la batería del móvil.

Por otro lado, en un grupo se crean conflictos del mismo modo que se crean fuera del WhatsApp. Hay gente que no se soporta, está el tan simpático que molesta, está el borde por naturaleza… Además, el lenguaje de los mensajes se presta a muchas más confusiones que la comunicación cara a cara.

Llega un momento en que la mayor parte de los integrantes del grupo quisieran irse. Pero claro, no puedes irte que te ponen verde: ¡ya se ha ido el raro!. Así que todos secuestrados en el grupo de WhatsApp.

Pero para que no se diga que sólo hablo negativo, esto es lo que creo que haría funcionar mejor los grupos de WhatsApp:

  1. Crearlos con propósitos específicos y no para temas generales.
  2. Menos gente y temas más concretos.
  3. No crear grupos permanentes.

Un ejemplo: en vez de montar un grupo familiar, creas uno para discutir cómo vamos a reunirnos en las fechas navideñas. Cuando esté discutido, se cierra el grupo y todo el mundo fuera. Cuando haya que discutir otra cosa, se monta otro grupo y se hace lo mismo.

Ya sé que quieres mucho a tu familia, a tus compañeros de trabajo,a los padres y madres de la escuela, a los del gimnasio, a los de teatro… ¡a todos! Pero, ¿es bueno pasarse toda la vida en la misma habitación con ellos, escuchando cualquier cosa que se les pase por la cabeza sobre cualquier tema o en cualquier momento?

Yo creo que no, y tu opinión me gustará que me la digas a través de un comentario.

La razón por la que no publico fotos de mis hijos en internet

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Hoy os quiero contar el enfoque que adopto respecto a publicar o no fotos de mis hijos en internet.

INTRO

He dicho que adopto, pero en realidad debería haber dicho “que adoptamos”, pues es tan enfoque mío como de la madre de mis hijos.

El caso es que tenemos dos hijos, que actualmente tienen 5 y 3 años, y nunca hemos publicado fotos suyas en abierto en internet.

Antes de continuar, dejadme aclarar una cosa: este es nuestro enfoque, lo que no quiere decir que sea el enfoque correcto. Cada uno tendrá el suyo y todos son igual de respetables, así que no comparto esto para enseñarle nada a nadie sino con la esperanza de aportar nuestro punto de vista por si a alguien le ofrece algún argumento válido.

Así que, continúo. Como decía, nuestra decisión es que por el momento no publicamos fotos de nuestros hijos en internet.

¿Qué razones podría haber para ello?

Cuando se trata este tema, se suele hablar de privacidad y del peligro de los pederastas, ya sea haciendo montajes con las fotos que encuentran en internet o bien usándolas directamente para sus actividades sexuales. Es decir, se suele hablar de protección.

Pero para nosotros, lo que nos hizo tomar esa decisión no fue la protección sino otro motivo: el respeto.

Es decir: yo decido si publico las fotos en las que aparezco yo, así que ellos deben ser los que deciden si publican las fotos en las que aparecen ellos. Y dado que todavía son pequeños para poder decidir eso, de momento no se publican.

Hay un par de excepciones en las que sí permitimos que se publiquen fotos de nuestros hijos:

Las que hacen y publican en celebraciones, ferias y otras actividades festivas en la calle.
Las que hacen y publican en la escuela

En el primer caso porque, de todos modos, tampoco se puede evitar. Y oye, no pasa nada… cualquiera puede salir en una foto que alguien ha hecho en la calle, en la cabalgata de los Reyes Magos o donde sea. La alternativa sería ser invisibles.

En el segundo caso, porque la alternativa es dejar a los críos sin fotos de su paso por la escuela. Y la verdad, a mi me gusta ver fotos de cuando yo iba a la escuela y estoy seguro de que a ellos también les gustará ver las suyas en el futuro. De hecho, quizá parezca un contrasentido, pero me encanta cuando veo fotos de la escuela en las que salen mis hijos.

Así que, como digo, en nuestro caso es una cuestión de respeto por los críos y no de protección, porque realmente las amenazas que se suelen esgrimir no me parecen para tanto.

Y tú, ¿cómo lo ves? ¿Cuál es tu punto de vista? Cualquier opinión será muy bienvenida.

¿Gestión del Tiempo o Gestión de Prioridades?

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La gestión del tiempo es uno de esos temas a los que todos, en un momento u otro, nos vemos abocados a prestar atención.

Las cosas por hacer o atender se acumulan y el tiempo disponible es limitado, así que hay que intentar organizarse. Pero, ¿qué gestionamos? ¿El tiempo o las prioridades?

INTRO

La cuestión que planteo es puramente conceptual. Hace años que escucho hablar sobre gestión del tiempo, pero últimamente estoy escuchando cada vez más que el tiempo no se puede gestionar y que en todo caso gestionamos prioridades.

El argumento es el siguiente: todos tenemos la misma cantidad de tiempo y eso no podemos cambiarlo; lo único que podemos cambiar es lo que hacemos con ese tiempo. Por lo tanto, se dice, gestionamos prioridades.

En primer lugar, es cierto que tenemos el tiempo que tenemos. Ni más, ni menos. Tú tienes 24 horas cada día, y yo tengo 24 horas cada día.

Pero dicho esto, no creo que por ese motivo se invalide la posibilidad de hablar de gestión del tiempo. Es decir, gestiono cómo empleo mi tiempo asignando prioridades. Y después ya gestionaré cómo trabajo con esas prioridades asignando a cada una el tiempo adecuado según lo que necesite y cómo de prioridad sea realmente.

Un ejemplo: una manzana.

Tengo una manzana, y si tú tienes una manzana ambos tenemos exactamente una manzana. ¿Podemos decir que no gestionamos la manzana sino nuestras prioridades con la manzana? Yo puedo decidir comerla y tú dejarla que se pudra, e incluso en el caso en que ambos decidamos comerla podemos decidir hacerlo a mordiscos o cortándola a trozos con un cuchillo. Pero para mi, igualmente estamos gestionando una manzana.

Bueno, así es como lo veo yo. ¿Qué te parece a ti? Es correcto hablar de gestión del tiempo o deberíamos hablar de gestión de prioridades?

La habitación del caos

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La habitación del caos es una metáfora que utilizo con mis alumnos cuando veo que se encallan en algún tema determinado o no consiguen avanzar en alguna tarea.

No solamente sirve para un contexto de aprendizaje, sino que creo que se puede aplicar en muchas situaciones de la vida. En concreto, en aquellas en que estamos interesados en conseguir algo y que de entrada nos parece difícil. De hecho, a menudo nos parece imposible. Eso es lo que llaman estar fuera de la zona de confort.

La metáfora se explica a partir de una situación real que seguro que a todos nos ha ocurrido. A mi me ha ocurrido, eso seguro. Imaginate una habitación que a lo largo del tiempo ha ido acumulando objetos. No tiene que ser una habitación desordenada ni sucia, aunque pude serlo. Simplemente hablo de la típica habitación en la que hay un armario con ropa, una estantería con libros y revistas, objetos decorativos, una bicicleta estática, documentación de distinta naturaleza (recibos del banco, contratos de alquiler, de tarjeta de crédito, del trabajo o de lo que sea, diplomas, informes médicos, etc). Seguro que en casa tienes documentos de todo tipo que se van acumulando a lo largo del tiempo.

Total que en esta habitación hay un montón de cosas y muchas de ellas no las necesitas para nada o simplemente preferirías que estuvieran ordenadas de otra forma. Así que decides ponerte manos a la obra para ordenar, para tirar lo que no te sirve, para donarlo, para cambiarlo o para venderlo.

El momento en que empiezas es el momento de no retorno. Por muy mal que estuviera esa habitación, que quizá que no lo estaba, en el momento en que empiezas a sacar cosas pasa a ser el caos absoluto.

Miras a tu alrededor y te arrepientas de haber empezado: ¡esto no hay quien lo devuelva en estado aceptable!

Por todos lados hay trastos, no hay ningún orden lógico y además no tienes libertad para moverte por ningún lado y si no vigilas acabarás tirando cualquier cosa y montarás un jaleo descomunal.

Esa es la habitación del caos.

Y esa es la sensación que puedes tener cuando empiezas a intentar aprender algo o conseguir algo que está fuera de tu alcance momentáneo. Menudo follón, no entiendo nada, soy incapaz… ¡si lo sé no vengo! Pero amigo, si no te dejas vencer por la desesperación y vas poniendo en orden un objeto en cada momento, de repente llegará un punto en que todo vuelva a cobrar sentido y lo mejor es que tomará sentido en un punto mucho mejor del que estaba cuando empezaste. Es como montar un puzzle.

Así que cuando quiero conseguir algo y tengo miedo porque no sé hacerlo o me siento incapaz para hacerlo, procuro recordar la metáfora de la habitación del caos que yo mismo utilizo para ayudar a mis alumnos.

De hecho, no consigo hacer todo lo que me propongo ni mucho menos, pero algunas veces sí que me sirve. En cualquier caso, la metáfora del caos me ayuda a ver las cosas de otra manera. Así que si me sirve a mi quizás te sirva ti. Y en ese caso, te la regalo.

¡Pásalo bien!

Cómo gestionar el correo electrónico

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Hoy he leído un artículo de Cindy Goodman en el Miami Herald en el que habla de la gestión de la bandeja de entrada del correo electrónico. Creo que es un tema interesante, así que después de la intro hablaré de ello.

INTRO

Uno de los problemas comunes de muchos profesionales de casi de cualquier ámbito es lo sencillo que es recibir toneladas de correos electrónicos y lo difícil que es gestionarlos de manera que nos nos coman más tiempo del necesario. Si no se tiene cuidado, es posible pasarse el día entero sin salir del gestor de correo.

En su artículo, Cindy dice que a ella le cuesta muchísimo borrar correos electrónicos. De hecho, la última vez que se puso a ello estuvo más de dos días en la tarea. Así que le cuesta borrarlos pero cuando se pone, se pone. Cindy también cita a dos personas que tienen dos enfoques distintos:

El primero de ellos nunca borra emails: marca los importantes y deja que los otros se vayan consumiendo en la bandeja de entrada.
La segunda, en cambio, borra todo lo que puede porque no soporta tener mensajes a la vista.

De las tres aproximaciones, la que más se acerca mi enfoque es la tercera. A mi también me pone nervioso abrir la bandeja y ver un montón de mensajes aunque ya los haya leído o respondido (si es que tenía que leerlos y responderlos).

Este es mi sistema:

  1. Intento recibir el menor volumen posible de mensajes.

    Por ejemplo, limito al máximo las notificaciones de redes sociales: no recibo ni un solo aviso de facebook ni de LinkedIN, y de twitter solo recibo retwitts y favoritos (incluso esos voy a dejarlos de recibir). De todos modos, son plataformas que visito diariamente; así que cuando voy, ya puedo ver perfectamente todas las notificaciones allí.

    Al mismo tiempo intento no recibir boletines de correo. Lo primero que hago es intentar no suscribirme a nada. A veces sí que lo hago para ver si realmente son cosas que me interesan o no. Otras veces no hace falta suscribrse a nada porque empiezan a llegar correos de no se sabe dónde ni se sabe por qué. En general, intento limitar los boletines tanto como puedo.

    Por otro lado, una manera de recibir pocos mensajes es enviar pocos mensajes. Es decir, alguien te envía un mensaje y tu respondes, él responde a tu respuesta, tu respondes a su respuesta de tu respuesta, y así hasta que llega la noche. Es un bucle diabólico que intento evitar.

  2. Intento filtrar al máximo los correos

    Uso Gmail, pero tengo desactivadas las bandejas múltiples. En cambio, tengo un montón de carpetas y filtros que he creado yo mismo y que permiten que cada mensaje llegue a donde yo quiero que llegue antes de leerlo. De este modo, mensajes sin importancia van a carpetas que visitio de vez en cuando. Por eso me puedo concentrar en lo importante.

  3. Intento trabajar en bloques

    Cuando entro en mi bandeja de entrada, lo primero que hago es eliminar todo lo que no me interesa. Sin compasión.

    Después reviso lo que sí me interesa y lo que necesita respuesta atendiendo la bandeja de entrada y a las carpetas más importantes. Hago lo que tenga que hacer respecto a los mensajes, respondo a los que tengo que responder y marco todos aquellos que tengo que tener a la vista durante por lo menos unos días. Una vez gestionado todo, archivo todo lo que tengo que conservar y lo que no…. a la basura.

    Finalmente, reviso los correos que tenía marcados por si hay algo más que tengo que hacer. Los que no necesitan la marca los archivo o los borro. Y si tengo tiempo, reviso el resto de carpetas con cosas menos importantes e intento dejarlo todo afuera. Me encanta ver la bandeja de entrada vacía.

  4. Intento escribir buenos mensajes

    Que intente evitar enviar muchos mensajes no significa que no responda a todo lo que tenga que responder. De hecho, intento no dejar nada pendiente. Per en vez de usar el correo como un chat procuro escribir menos mensajes pero escribirlos mejor. Es decir, tratando los temas claramente y yendo al grano, intentado anticipar y responder de antemano las dudas que puedan venir del otro lado, formateando los mensajes de forma que sean fácilmente comprensibles y añadiendo todos los enlaces y documentos necesarios para que el receptor tenga todo lo que necesita para comprender.

No es que no quiera recibir correos. Es que quiero recibir todo los que sean necesarios pero solamente los que sean imprescindibles. No siempre lo consigo, pero en esta lucha estoy.

Así que más o menos este es mi sistema. Te recuerdo los puntos clave:

  1. Recibir el mínimo posible de mensajes.
  2. Filtrar los mensajes para poder trabajar en los más importantes.
  3. Trabajar en bloques.
  4. Escribir buenos mensajes.

¿Qué te parece? y sobre todo: ¿qué es lo que te funciona a ti?

Me encanta leer. ¿Y a ti?

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Soy Javier Leiva y me encanta leer.

Soy un lector voraz desde pequeño. No recuerdo a qué edad exacta aprendí a leer, pero sí que me recuerdo hojeando y leyendo revistas que había por casa para sorpresa de los mayores.

El caso es que no recuerdo el título de las revistas, pero sí que me acuerdo de que en casa se compraba el Lecturas. Y además, que me gustaba una historieta que salía al final. Así que sin estar seguro al cien por cien, se podría decir que aprendí a leer con la revista Lecturas.

Tampoco estoy seguro del origen de mi afición, pues no crecí con grandes lectores a mi alrededor. Sin embargo, tengo la teoría de que el deseo por leer vino del hecho de que cada día mi madre me leía cuentos por noche. Me encantaba que me explicara cuentos, particularmente me acuerdo de un libro que contenía una colección de fábulas de animales y que acabó destrozado de tanto leerlo y releerlo. La verdad es que si supiera el título, ahora mismo intentaría buscar una copia y la compraría.

Como leía todo lo que había por casa, empecé ir a la biblioteca pública y a devorar todo lo que tenían. Empecé por los cómics y fui derivando a las novelas para jóvenes. Sobretodo me gustaban las de aventuras y policiacas.

De pequeño leía tanto y estaba tan enganchado a la lectura, que incluso cuando me hacían apagar la luz porque era la hora de ir a dormir me escondía debajo de las sábanas con una linterna y leía a escondidas.

En fin, así que como he dicho fueron los cuentos lo que prendió la llama de la lectura en mi. Por eso ahora en casa nos aseguramos de que nuestros hijos no se vayan a la cama sin haberles leído un cuento… y muchas veces son dos.

Incluso cuando leo para mi y mis hijos estan cerca, procuro leer en voz alta. Ya sé lo que estás pensando, vaya tortura, deja respirar… ¡pesado!

La verdad es que no entienden mucho, porque son libros para adultos, pero tengo que decir que les gusta mucho escuchar y a veces son ellos los que me lo piden. Si eso les va a encender la chispa de la lectura… está por ver.

Y tú, ¿cómo recuerdos tus primeros acercamientos a la lectura? ¿Se parecen a los míos? Cuentame tu experiencia, anda…